Trastorno de Aprendizaje No Verbal (I): ¿Qué es el TANV?

By Juan Carlos López - 21:12



La lectura, la escritura y las matemáticas se han considerado clásicamente como las tres áreas principales del aprendizaje. Sus diferentes expresiones clínicas, unidos al déficit de atención, han sido las áreas clásicas de evaluación e intervención en el ámbito infantil, tanto en el contexto clínico como en el educativo. Sin embargo, la evaluación clínica diaria permite identificar otros déficits en habilidades no menos relevantes para el desarrollo individual y social que afectan al área motora, la organización visoespacial y las competencias sociales y de comunicación interpersonal (Vaquerizo-Madrid et al., 2009).

Este tipo de trastornos forman un continuo clínico poco conocido y de difícil interpretación por parte de clínicos y profesionales psicoeducativos, por falta de entidad –y unidad– nosológica, criterios confusos, solapamiento de síntomas de otras entidades e inapropiada interpretación semiológica. Aquí nos encontramos con entidades como el Trastorno del Aprendizaje No Verbal (TANV); el Trastorno del Desarrollo de la Coordinación (APA, 2002), el Trastorno del aprendizaje del desarrollo del hemisferio derecho (Cornoldi et al.., 2003), el Trastorno de Aprendizaje Procedimental (TAP), con y sin TDAH (Crespo-Eguílaz y Narbona, 2009); además de otros como el Déficit de Atención Motórico Perceptivo (DAMP) (Gillberg, 2003), y su solapamiento entre ellos y con otros más clásicos en la clínica como el Asperger, o no tan clásicos, como el Tempo Cognitivo Lento; unos que aparecen en las clasificaciones internacionales, y otros que no aparecen en estas; pero si en la práctica clínica.

A pesar de dicha confusión, es una realidad clínica indiscutible, que muchas veces pasa desapercibida, no teniéndose en cuenta en su justa medida, especialmente en el ámbito educativo, cayendo en etiquetas que no se corresponden con la realidad (y que son más tenidas en cuenta en el ámbito administrativo-educativo), lo que puede afectar de forma considerable en la intervención con estos niños, en el sobrediagnóstico de otros trastornos, así como en la desorientación de padres y profesores.


TANV

El Trastorno del Aprendizaje No Verbal (TANV), fue acuñado en 1975 por Helmer Myklebust, profesor de la Northwestern University de Chicago (Myklebust, 1975). Desde algunos años antes, junto a Doris Johnson (Johnson & Myklebust, 1967), de la misma universidad, se convirtieron en pioneros en el estudio de las dificultades de aprendizaje, afirmando que podían darse problemas de aprendizaje en los niños, sin existir deficiencia mental, parálisis cerebral, deficiencia sensorial o trastornos emocionales (Johnson y Myklebust, 1971). Estos investigadores, hablaban de un conjunto de niños con una inteligencia normal; pero con dificultades en la comunicación no verbal y pobres habilidades sociales, dificultades en el aprendizaje de la aritmética debido a alteraciones en la organización visoespacial y la integración no verbal. Manifestaban incapacidad para distinguir rápidamente diferencias en forma, tamaño y longitud, así como para observar grupos de objetos e indicar cuál era mayor. Su lectura de palabras era adecuada, mientras que la comprensión lectora era deficitaria, en particular a partir de los 10 años, cuando ya se requería pensamiento inferencial. Presentaban alteraciones de su imagen corporal y sus dibujos de la figura humana carecían de detalle y organización. En su desarrollo temprano estos niños no habían jugado a juegos de construcción, exhibiendo grandes habilidades audioverbales.

Posteriormente, Myklebust, refirió que las dificultades, no se debían a problemas perceptivos en sí, sino a dificultades en la imaginación y en la memoria, con un déficit básico en el almacenamiento más que en el recuerdo. Ante una pobre percepción social se ve limitada la propia experiencia y restringida la capacidad de razonamiento y la conducta adaptativa. Con ello, añadió una serie de problemas concomitantes al trastorno: relaciones sociales alteradas; pobres habilidades de autocuidado; dificultades en aprender a diferenciar derecha-izquierda, decir la hora, leer mapas o seguir direcciones; alteraciones en matemáticas, y déficit en el aprendizaje del significado de las acciones de los demás.

Muchos años después a estos pioneros, el neuropsicólogo Byron P. Rourke (1987, 1989, 1995, 2002), profesor de psicología en la Universidad de Windsor (Canadá), se convirtió en el principal exponente del estudio de lo que denominó síndrome de dificultades del aprendizaje no verbal. Rourke hacía referencia a una tríada de déficits: a) cognitivos, entendidos como el origen del resto de dificultades, b) académicos, y c) socioemocionales y de adaptación, relacionando estos déficits a alteraciones de sustancia blanca en el hemisferio derecho.



Diagnóstico


Desde el punto de vista neuropsicológico se observan dificultades en un amplio abanico de funciones cognitivas relacionadas con el hemisferio derecho. Pueden darse discrepancia en el rendimiento entre capacidades verbales y no verbales en las evaluaciones típicas de inteligencia, aunque en algunos trabajos recientes se le resta importancia a este aspecto, centrándose en los puntos fuertes y débiles de cada niño a nivel cognitivo (Colomé et al., 2009). El diagnóstico de dificultades de aprendizaje no verbales es más difícil de detectar en los primeros años, pasando inadvertido, por lo que el diagnóstico suele darse de forma tardía (Rigau-Ratera et al. 2004).

Rourke apuntó que los déficits principales en el TANV se dan en habilidades motoras/psicomotoras, táctiles/perceptivas, visoespaciales, de resolución de problemas y mecánica aritmética. Por el contrario, demuestran destreza en habilidades lingüísticas y en lectura de palabras y deletreo. Por tanto, las habilidades académicas se caracterizan por presentar áreas de destreza y áreas deficitarias (Schlumberger, 2005). 

En el ámbito lingüístico, respecto a la escritura, en los primeros años del desarrollo se observan dificultades visomotoras que interfieren en la adquisición de habilidades grafomotoras, que desaparecen con la práctica. Presentan un buen rendimiento en el dictado de palabras aisladas, pero con dificultades en la organización del discurso en la expresión escrita. A pesar de sus problemas visoespaciales iniciales, requisito para la adquisición de la lectura, los niños desarrollan habilidades adecuadas de lectura de palabras. La comprensión de textos es inferior a la de palabras, aumentando la dificultad con la edad, con la presentación de material novedoso o que requiere un proceso inferencial. 

Muestran importantes dificultades en matemáticas, en procesos de adquisición y comprensión de operaciones matemáticas mecánicas y programáticas, así como para el cálculo, aunque tienden a mejorar con los años de escolarización. Leen de forma errónea los signos matemáticos, alinean mal las líneas y columnas de los números, pudiendo omitir pasos, siendo las dificultades de tipo espacial. Presentan déficits persistentes en el tiempo para la comprensión de conceptos complejos y resolución de problemas en ciencias. También, debido a sus problemas para la integración visoespacial, que les provocan dificultades con los esquemas y la información icónica, exhiben bajo rendimiento en el uso de las TIC´s.

En cuanto al ámbito social, los niños con TANV presentan problemas de adaptación a situaciones novedosas, tienen baja eficacia en las relaciones sociales, con problemas para la comprensión de claves sociales, decodificar las expresiones faciales, el lenguaje corporal y la prosodia del lenguaje, interpretando mal las respuestas emocionales de los demás, haciendo inferencias incorrectas, dando lugar a conductas inadecuadas al contexto, viéndose su conducta como extraña por los demás. Esto le genera problemas crónicos para el establecimiento de relaciones personales, siendo rechazados, tendiendo al aislamiento. Dado que con los años se van haciendo las relaciones sociales más complejas, se van acentuando los problemas. Puede darse habilidades sociales sobreactuadas y estereotipadas fruto del entrenamiento.

Los niños con TANV tienden a la hipercinesia, siendo catalogados como disruptivos, con trastornos de conducta e hiperactivos.

Emocionalmente tienden a la baja autoestima, a aislarse, con mayor tendencia a psicopatología emocional (ansiedad, depresión). Suele haber antecedentes familiares de TDAH, trastorno bipolar y consumo de sustancias.

Rourke (2002) desarrolló los siguientes criterios diagnósticos:

  • Déficit bilateral en la percepción táctil, generalmente más marcado en el hemicampo izquierdo. La percepción táctil simple puede alcanzar niveles normales a medida que el niño crece, pero la interpretación de estimulación táctil compleja permanece alterada.
  • Alteraciones bilaterales en la coordinación psicomotora, generalmente, más acentuadas en el hemicuerpo izquierdo. Las habilidades motoras simples y repetitivas pueden alcanzar niveles normales con la edad; pero las complejas permanecen alteradas o empeoran en relación con las normativas para la edad.
  • Graves dificultades en la organización visoespacial. La discriminación visual simple puede alcanzar niveles normales con la edad; pero las habilidades de organización visoespacial complejas empeoran en relación con las normativas para la edad.
  • Dificultades para trabajar en situaciones nuevas o complejas. Fuerte tendencia a apoyarse a reacciones aprendidas de memoria (a menudo inapropiadas a la situación) e incapacidad para aprender o adaptar respuestas en relación con la retroalimentación. Uso frecuente de respuestas verbales en lugar de los requisitos de adaptación a la situación nueva. Estas tendencias se mantienen o empeoran con la edad.
  • Déficit en la resolución de problemas no verbales, en la formación de conceptos y en la prueba de hipótesis.
  • Dificultades en la percepción del sentido del tiempo. Alteración de la estimación del tiempo durante un intervalo y en la estimación de la hora del día.
  • Buen desarrollo en las habilidades verbales automatizadas (p.e. lectura y deletreo de palabras), con frecuencia superiores a las normas de edad, en un contexto de pobres habilidades de comprensión lectora (particularmente niños mayores).
  • Verborrea caracterizada por ser mecánica y repetitiva, con alteración de contenido y déficit en los aspectos pragmáticos del lenguaje.
  • Dificultades en la mecánica aritmética.
  • Marcados déficits en la percepción, el juicio y la interacción social que llevan a menudo al aislamiento. Fácilmente sobrecargados por situaciones novedosas, los niños tienden hacia la ansiedad extrema, e incluso al pánico. Alta probabilidad de desarrollar psicopatologías internalizantes (p.e. depresión en la infancia tardía y la adolescencia).
Algunos estudios no han apoyado esta conceptualización, sobre todo, en lo que respecta a la dificultad en destrezas motoras y de percepción (Wilkinson, Semrud-Clikeman, 2008; Semrud-Clikeman y Teeter, 2011). Las áreas que los resultados de la investigación han avalado incluyen prosodia, atención, dificultades en las matemáticas, en el juicio social y en la solución de problemas (Semrud-Clikeman y Fine, 2008). Son necesarios más estudios porque no está claro qué síntomas constituyen criterios diagnósticos y cuáles son correlaciones.

Helmer Myklebust

Doris Johnson

Byron P. Rourke



Bibliografía:

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