Mutismo selectivo: cuando los niños tienen miedo a hablar
<<El silencio es tan profundo que lastima nuestros oídos>>
Hariri Murakami
Con la incorporación de los niños al colegio, y dentro de su proceso de adaptación a un lugar nuevo, algunos niños se pueden mostrar reticentes a hablar, o incluso negarse totalmente a hacerlo, por mucho que se les incite. Una vez superado el período de adaptación, lo habitual es que la mayoría de los niños se animen a hablar, tanto con la maestra como con los compañeros. Sin embargo, existen algunos niños que continúan negándose a hablar con todo aquel que no pertenezca a su entorno más íntimo, y sólo lo hacen en situaciones familiares o cotidianas, generalmente en el hogar familiar. Es en esos momentos en los que detectamos tal circunstancia o, habiéndonos dado cuenta, no le habíamos dado especial importancia, pensando que el niños es tímido sin más.
Este tipo de respuestas también pueden observarse en los niños en situaciones muy estresantes generadoras de ansiedad (hospitalización, cambio de domicilio,...). Con la pandemia, y muy especialmente durante el largo período de confinamiento en el que los niños estuvieron casi seis meses sin colegio (contando el verano), se ha reducido al extremo la comunicación social de los niños, que incluso no han podido pasar tiempo en casa de los abuelos, los primos, los vecinos,... Tiempo que, normalmente, los niños lo pasan sin la presencia de los padres, ya que suele ser para que estos puedan hacer ciertas obligaciones en las que no pueden estar los niños, y que les ayuda a ir cogiendo seguridad y autonomía. Esta situación, unida a estar permanentemente escuchando mensajes de precaución, miedo, distanciamientos social, lavado de manos, mascarillas,..., que ha podido ser más acentuado en algunos hogares, unido al mayor tiempo que han pasado los padres en casa junto a sus hijos (teletrabajo), ha podido predisponer más si cabe a los niños que, siendo ya tímidos de por sí, mostraban cierta tendencia a evitar el contacto social. Una vez se ha vuelto progresivamente a reanudar la vida social, el colegio, etc., se ha podido manifestar de forma muy explícita, que algunos niños no mantienen interacciones sociales con nadie que no sea sus familiares más íntimos y en el entorno del hogar familiar.
La reducción extrema del habla social al entorno del hogar, en caso de mantenerse en el tiempo, puede convertirse en un problema de conducta altamente incapacitante y desadaptativo, que suponga un obstáculo que frene y dificulte el desarrollo de un repertorio básico de conducta, tanto a nivel social, como de autonomía, seguridad en sí mismo, cubrir necesidades (ej.: pedir agua o ir al aseo a la maestra, hacer tareas escolares para su desarrollo cognitivo y motor, participar de juegos, etc.), pudiendo generar dificultades más allá que el mero hecho de no hablar.
¿Qué es el mutismo selectivo?
Las características definitorias del mutismo selectivo son las siguientes:
- Descenso generalizado de la comunicación verbal, pudiendo llegar hasta casi su total inexistencia de forma generalizada en casi todas las situaciones.
- Negación persistente a hablar en situaciones sociales ante personas ajenas al ámbito familiar más íntimo.
- Existencia de habla espontánea acorde con su edad con alguna persona de su entorno más íntimo, generalmente la madre.
- Ausencia de problemas en el desarrollo del lenguaje, trastorno del neurodesarrollo o psicológico, que puedan justificar el problema.
- Duración superior a un mes.
- No exista coincidencia con el inicio de su escolarización o con un cambio de colegio.
El componente esencial del mutismo selectivo es la ansiedad que supone la exposición a situaciones en las que debe interactuar verbalmente. La forma de responder a tal situación es la evitación de dicha interacción social, logrando con ello evitar exponerse al estímulo generador de ansiedad (refuerzo negativo). El niño puede evitarlo de forma activa, buscando estrategias alternativas al habla (cuchichear al oído de la persona a la que si habla, usar gestos o movimientos para afirmar, negar, pedir o expresar desagrado, escribir notas en el caso de niños de más edad,...). A esto hay que añadir que el adulto con el que sí habla tiende, con toda la buena intención, a terminarle las frases, pedir por él, a modo de auxiliar de conversación, lo que también supone un refuerzo negativo de las conductas del niño, a la vez que un refuerzo positivo para la madre (soluciona el problema con sus conductas). También puede evitar la situación social activamente a través de pataletas y negativismo. Otra alternativa de evitación pasiva es limitarse a no hablar y mirar al suelo, permaneciendo quieto hasta que dejen de insistirle. El evitar la mirada, no interaccionar con otros niños y no hablar, a veces, puede confundirse con conductas típicas de algunos trastornos del neurodesarrollo como el autismo. De forma paralela, los niños con los que debe interactuar en el colegio, al no recibir respuestas de forma repetida por parte del niño mudo selectivo, terminan por no hablarle, lo que consolida su aislamiento y el problema.
El mutismo selectivo es poco habitual, existiendo consenso en que es menor al 1% de la población infantil, incluso en torno a 1 caso por cada mil niños, existiendo datos contradictorios acerca de si es ligeramente más frecuente en niños o en niñas. La edad de inicio más frecuente es entre los 3 y los 5 años, siendo lo más habitual cuando los niños se incorporan al colegio y se niegan a hablar con las maestras y los compañeros. Por lo general, los padres refieren que el niño "siempre ha sido así", y suelen tardar en pedir ayuda por este motivo. Hay que ser precavidos en el colegio, ya que al demandarle que se comunique verbalmente para poder trabajar los objetivos escolares el problema pude intensificarse.
La duración puede limitarse a un intervalo temporal, tras el cual, remita de forma espontánea, aunque el niño continúe mostrándose tímido. En otras ocasiones, puede durar hasta la adolescencia, e incluso la vida adulta, derivando en fobia social.
Causas
Teniendo en cuenta que el mutismo selectivo es poco frecuente no se conocen bien las causas de su aparición. Hasta donde se sabe hoy existe un posicionamiento de que el origen es multicausal y multidimensional (Olivares, Méndez y Maciá, 1996), en el que partiendo de una vulnerabilidad genética, le seguiría una fase de génesis y, posteriormente, una fase de desarrollo y mantenimiento. Así, hay que tener en cuenta:
Factores biológicos: tanto los referidos a los antecedentes de temperamento de los padres (timidez, aislamiento social, ansiedad social), como posibles alteraciones genéticas que se han relacionado con este trastorno (ej.: alteraciones en el cromosoma 18).
Factores psicológicos y de aprendizaje: la historia de aprendizaje durante el desarrollo ayuda a generar y mantener el mutismo selectivo, como pueden ser el aprendizaje por observación de respuestas de ansiedad ante situaciones sociales en sus padres, moldeamiento de conductas de evitación o escape de situaciones sociales, transmisión de información generadora de ansiedad social, condicionamiento (clásico y operantes), etc. Igualmente, los estilos educativos sobreprotectores y controladores pueden contribuir a su aparición, teniendo en cuanta la existencia del resto de factores.
Intervención
Los tratamientos que han demostrado efectividad con el mutismo selectivo son fundamentalmente de tipo conductual. El éxito viene también mediatizado por la prontitud a la que se comience el tratamiento en relación a su aparición. La resistencia al cambio del niño será en relación a los años en los que el problema haya estado establecido, es decir, cuanto más se tarde en intervenir y esté consolidado el problema mayor dificultad en su tratamiento. Dependiendo de si el niño no habla a nadie en ninguna situación, o habla a muy pocas personas en cualquier situación, o habla a muchas personas en una única situación, el tratamiento conductual más eficaz varía en sus técnicas de intervención, yendo desde la exposición, moldeamiento, coste de respuesta, modelado, desvanecimiento estimular ante nuevas personas, manejo de contingencias como la economía de fichas, etc. Los principales objetivos de tratamiento son reducir la ansiedad y eliminar los refuerzos negativos que están manteniendo la conducta problema.
La intervención se debe complementar en el colegio con sus maestras, tratando de retirarle atenciones cuando el niño no responda verbalmente, o no emitir conductas de consuelo o caricias cuando no emita verbalmente lo que necesita. También ha de intervenirse con los compañeros ante las expectativas de estos de que el mudo selectivo no interactúe con ellos.
Respecto al ámbito familiar, de los padres depende gran parte del éxito del tratamiento. Además, es necesario aumentar los contactos sociales de la familia, aumentando con ello la probabilidad de exponerse a situaciones en la que tenga que interaccionar socialmente. Esto es especialmente importante en aquellas familias que sus padres sean tímidos o tiendan a una vida social escasa.
Aunque el tratamiento de elección es el psicológico, también existen estudios de tratamientos psicofarmacológicos, centrados fundamentalmente en el antidepresivo fluoxetina; pero son escasos y con defectos metodológicos la mayor parte de ellos. Según estos, la reducción de los niveles de ansiedad puede aumentar la predisposición a iniciar contactos sociales. Tampoco existen estudios suficientes para valorar el tratamiento combinado (psicológico más psicofarmacológico). En cualquier caso, la fluoxetina, siendo un inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina, no debería administrarse a niños y adolescentes, como lo indica la EMA (Agencia Europea del Medicamento) y la Agencia Española del Medicamento, por los riesgos que conlleva.
Para saber más y mejor:
- Balbuena, S.; Rueda, I.; López, P. (2012) Estudio de un caso de mutismo selectivo: evaluación e intervención en el entorno escolar. Análisis y Modificación de Conducta, 38, 157-158, 71-88. [+]
- Monjas, I.; Caballo, V.E. (2011) Psicopatología y tratamiento de la timidez en la infancia. En V.E. Caballo; M.A. Simón (Coords.) Manual de Psicología Clínica Infantil y de Adolescente. Madird: Pirámide.
- Olivares, J. (1999) El niño con miedo a hablar. (4ª Edición). Madrid: Pirámide.
- Olivares, J.; Méndez, X.; Bermejo, R.M. (2011) Mutismo selectivo: naturaleza, evaluación y tratamiento. En V.E. Caballo; M.A. Simón (Coords.) Manual de Psicología Clínica Infantil y del Adolescentes. Madrid: Pirámide.
- Olivares, J.; Méndez, X.; Maciá, D. (1996) Mutismo selectivo. Un modelo explicativo. Psicología Conductual, 4, 169-192.
- Olivares, J.; Olivares, P.J. (2018) Mutismo selectivo. Naturaleza, evaluación y tratamiento. Madrid: Pirámide.
- Olivares, P.J.; Olivares, J. (2018) Actualización de un modelo explicativo de mutismo selectivo. Psicología Conductual, 26, 1, 115-140. [+]
- Olivares, J.; Piqueras, J.A.; Rosa, A.I. (2006) Tratamiento multicomponente de un caso de mutismo selectivo. Terapia Psicológica, 24, 2, 211-220. [+]
- Olivares, J.; Rosa, A.I.; Piqueras, J.A.; Sánchez, R. (2011) Tratamiento de un niño con mutismo selectivo. En F.X. Méndez; J.P. Espada; M. Orgilés (Coords.). Terapia Psicológica con Niños y Adolescentes. Estudio de casos clínicos. Madrid: Pirámide.
- Rodríguez-Menchón, M.; Saval-Manera, J.J. (2017) Tratamiento conductual basado en el juego de una niña con mutismo selectivo. Revista de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes, 4, 1, 51-57. [+]
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