¿Por qué lo llaman neuroeducación cuando quieren decir psicología?

By Juan Carlos López - 23:31

 

En esta sociedad de la mercadotecnia, estamos instaurados en un deseo frenético de novedades con el que debemos romper constantemente con lo establecido. Lo de ayer ya no vale, hay que hacer algo nuevo, por muy bueno que sea lo que ya existe. Hay que despertar el deseo constante de innovar, de cambiar, crear tendencias, ser creativo y todo a velocidad de vértigo porque corremos el riesgo de quedarnos atrás. Ya no hay tiempo para reflexionar, profundizar, consolidar, todo tiene que ser para mañana. Y no te detengas, porque tienes que ir pensando otra cosa para dentro de unos meses desechar lo que presentas mañana. Esto produce una dinámica social en el inconsciente colectivo de tendencia al cambio, al usar y tirar, a ir deprisa, pasando página porque todo lo que se queda estancado está obsoleto, por excelente que sea. Así, ya no puede haber referentes, autoridades en la materia, esquemas sólidos, sino que todo es líquido, maleable, no hay que dar tiempo a que se seque el cemento de los cimientos. Todo hay que borrarlo de un plumazo para dejar sitio a lo nuevo, de ayer para atrás no vale nada. Todo compactado y simple, resumido en un vídeo de cinco minutos, en un post, en un libro comercial con cuatro ideas facilonas, porque no hay tiempo para profundizar ¡Vamos, vamos! 

Este contexto lo invade todo, también el mundo educativo, que tiene que estar ávido de novedades, que luego resultan no serlo en absoluto y que, como no las hacen verdaderos expertos referentes en la materia, pasa lo que pasa, que las malinterpretan o simplemente no saben de qué están hablando. O no, saben perfectamente lo que hacen, retuercen un poco las ideas, le dan la vuelta, le ponen un nombre pegadizo y ¡tachán! lo tenemos. Y, por supuesto, hay que crear necesidad, generar deseo por lo nuevo y frustración por lo desastroso y obsoleto que es todo lo actual, hay que derruirlo todo, lo malo y lo bueno, para construir eternamente. Y hay que machacar socialmente la imagen de los docentes, de los pedagogos, de los psicólogos, de todos los profesionales educativos (eso es lo más fácil porque ya viene de serie desde siempre). Ellos no son referente social de nada bueno. Donde se ponga un médico, un astrofísico, un neurobiólogo, un genetista, un economista,..., que se quite cualquier docente que han estudiado las carreras más fáciles y desprestigiadas de todas ¿cómo se le va a ocurrir a un maestro, pedagogo, psicólogo llevarles la contraria a estas personas de profesiones mucho más prestigiosas?

A este ritmo no es posible crear ideas realmente sólidas, profundas, con sustancia, quedándonos en superficialidades, copias de cosas antiguas que les cambiamos el nombre y las resumimos mal para que las "entienda" la gente. Podemos contar infinidad de proyectos novedosos, únicos, lo nunca visto hasta ahora, diferente, sin paragón; porque yo, que soy distinto a los demás, he pensado algo que jamás, en la historia de la humanidad, ni los mayores genios, habían pensado antes. Y no hay tiempo para reflexionarlos, para analizarlos en profundidad, para ver si son efectivos o beneficiosos, o van a resultar una pérdida de tiempo, esfuerzo y dinero. No les demos tiempo, no vaya a ser que surjan los que les ponen pegas a todo, los que miran con espíritu crítico, los que tienen principios inquebrantables o son prudentes y no se creen todo a la primera, no vayan a convencer al resto y se nos fastidie el invento ¡Velocidad, velocidad!

Y ahora toca la neuroeducación.

En los últimos años, a raíz de ciertos éxitos editoriales, se ha ido popularizando el término que ha dado pie a otra nueva moda. La enésima. Ya todos tienen su dosis de "para aprender hay que emocionarse" Cosa, por cierto, que no es así; pero es un eslogan extraordinario y que se enlaza con la otra moda de las emociones (aclaro, es fundamental trabajar las emociones; pero no de la forma que se hace en muchos sitios y con los referentes teóricos de los que se nutren). Como en los casos anteriores, no nos planteamos quiénes son las personalidades que trasmiten dicha supuesta nueva era educativa. Son personas brillantes, algunos con una trayectoria profesional extraordinaria; pero en otros campos de conocimiento que nada tienen que ver con la educación, que pueden tener cierto contacto por transversalidad, y de profesiones con mayor prestigio social. Y no nos planteamos quiénes son, a qué se dedican, qué han estudiado a lo largo de su trayectoria profesional, si han realizado investigaciones en dicho campo concreto (puede incluso haber publicado mucho; pero en otros campos distintos, luego es una autoridad en otra cosa), durante cuántos años han investigado esas cuestiones, dónde las han publicado (no vale publicar sólo libros divulgativos), si han trabajado con niños en alguna ocasión (en el ámbito educativo o en el clínico), de dónde sacan las ideas que expanden (hay que ver las bibliografías). Pues no. Para qué me voy a hacer ese tipo de preguntas. Me las trago porque suenan bien, son personas de gran prestigio (en otros campos) o tienen mucha labia y marketing detrás, y ya está.

¿Y qué dicen que es eso de la neuroeducación?

Como principio básico, lo que se pretende es tratar de aplicar los conocimientos de las neurociencias al ámbito de la docencia. Dicho principio, es loable y entra dentro de la lógica porque, al fin y al cabo, con lo que se trabaja es con niños, cuyo cerebro se encuentra en desarrollo, y sería deseable conocer con qué capacidades cognitivas cuentan, tanto a nivel general como individual, para adaptar los contenidos y métodos didácticos a dichas capacidades. Por supuesto, sin olvidarse de otros factores no cerebrales relacionados con la conducta humana en general, y el aprendizaje en particular, que a veces se nos olvida.

En este aspecto resulta llamativo lo que dice la Wikipedia sobre qué es la neuroeducación ya que, ante la falta de contenidos que poner, sólo habla de neuropsicología de toda la vida. Pueden verlo ustedes aquí [+] (parece que han metido modificaciones desde que escribí esto en 2020, construyéndose una historia propia, que no se corresponde en absoluto con la historia real).

Hasta aquí las intenciones son lógicas; pero analicemos un poco más y no nos quedemos en ese principio tan encomiable como simple.

¿Qué son las neurociencias?

Cuando el público general escucha la palabra neurociencia automáticamente lo asocia a la neurología y, esta, la verdad, poco tiene que aplicar directamente al ámbito educativo, salvo en aquellos casos de alumnos con trastornos del neurodesarrollo, y dentro de su ámbito de actuación (evidentemente, la investigación básica en neurología, y otros campos, son de mucha utilidad; pero muy poco directamente en las aulas). 

En primer lugar, hay que decirlo en plural, Neurociencias, y no en singular, porque la neurociencia es muy extensa y abarca muchas áreas de conocimiento. No es sólo neurología, ni mucho menos.



En el cuadro que tienen arriba, hago una breve clasificación (incompleta por cuestiones didácticas) de las neurociencias, que son las que se quedarían en la izquierda del esquema. En el primer cuadro, hago un repaso (incompleto), de los aspectos a abarcar dentro del estudio del sistema nervioso. Entre ellas, veréis que hay dos dentro de un cuadrito más pequeño, en el que pone "conducta" y "cognición", que sería el campo de estudio de las llamadas neurociencias comportamentales (psicología, psiquiatría, neurología,...), las cuales deben tener en consideración, lógicamente, la globalidad de todos los aspectos relacionados con el sistema nervioso, no sólo los suyos. En la parte de abajo, tienen algunas de las neurociencias y/o profesiones relacionadas (también incompleta porque no caben todas; pero es por motivos didácticos).

¿Qué son las Ciencias Cognitivas?

En la parte de la derecha tienen las Ciencias Cognitivas, cuyo objeto de estudio son las funciones cognitivas (enumeradas en el primer cuadro), y cuyas áreas de conocimiento son las indicadas en el cuadro inferior. Si bien participan la Lingúística, la Inteligencia Artificial o la Filosofía de la Ciencia, qué duda cabe que su base fundamental es la Psicología Cognitiva, la cual también tiene, y ha tenido, en consideración las bases biológicas de la cognición.

Neurociencia Cognitiva

A finales de los años 70, el psicólogo Michael Gazzaniga (psicobiólogo) y el psicólogo cognitivo George Miller, estando leyendo en un taxi de Nueva York camino de una cena de científicos investigadores del cerebro y la mente, llegaron a la conclusión de que esta área de conocimiento necesitaba un nombre, y se les ocurrió el término Neurociencia Cognitiva, con el que aunar los conocimientos de las neurociencias y la psicología cognitiva. En realidad, esto llevaba haciéndose en Psicología desde finales del siglo XIX y, muy especialmente, desde los años cincuenta (psicobiología y psicología cognitiva); pero no existía un nombre como tal con entidad propia. En esa década, los años setenta, hubo un gran desarrollo de la Psicología Cognitiva. Por ejemplo, a esa época se le llamó la "Década de la Atención", por el gran número de investigaciones sobre dicha función cognitiva que, entre otras cosas, propició que el trastorno que hoy conocemos como TDAH, cambiase su nombre, y pasase de centrarse en los aspectos conductuales hiperactivos (Trastorno Hipercinético), a centrarse en el aspecto atencional (Trastorno por Déficit de Atención). Este cambio quedó reflejado en el DSM-III por las influencias que la psicóloga Virginia Douglas tuvo en Bob Spitzer, director de dicho manual diagnóstico.

A Michael Gazzaniga (discípulo y compañero del también psicólogo Roger Sperry, que ganó el Nobel de Medicina por sus estudios de la especialización de los hemisferios cerebrales), junto con los también psicólogos Michael Posner (uno de los mayores psicólogos cognitivos de la historia, especialmente en el estudio de la atención, y uno de los pioneros en el uso de los potenciales evocados en el estudio de la cognición), y Steven Kosslyn (especializado en el estudio de la rotación mental de objetos, la imaginación y el aprendizaje), son los considerados padres de la Neurociencia Cognitiva. La Neurociencia Cognitiva ha sido dominada por los psicólogos cognitivos y psicobiólogos desde su inicio. Otras áreas se han sumado de forma mucho más reciente. Por supuesto, hay grandes figuras que no son psicólogos en el estudio de la neurocognición, y que han tenido una relación muy estrecha con la Psicología.

A todas estas áreas de estudio hay que añadirles la Psicología Educativa y la Psicología del Desarrollo, fundamentales en la aplicación de los conocimientos de las áreas mencionadas al ámbito educativo y de la psicología infantil, además del ingente conocimiento que han generado por sí mismas.


Algunas afirmaciones falsas de la supuesta Neuroeducación


  • Es un campo de conocimiento nuevo. Ahora se han unido la psicología, la educación y las neurociencias para explicar mejor cómo aprende el cerebro.
Rotundamente falso. No es un campo nuevo. Como pueden comprobar con lo explicado anteriormente, el estudio de la relación cerebro y aprendizaje lleva muchas décadas de recorrido científico en el ámbito de la Psicología; pero no sólo desde los años cincuenta del siglo pasado, sino desde finales del siglo XIX, en el inicio mismo de la Psicología como ciencia. Es decir, más de ¡140 años!. Sólo hay que bucear un poco en la historia de la Psicología y sus diferentes campos de estudio, que siendo uno sólo, abarca a su vez muchos. Así, les daré algunos datos históricos sueltos muy breves que sirven de ejemplo:

    • Wilhem Wundt: En 1873 publica su libro "Fundamentos de Psicología Fisiológica". En 1879 funda el Instituto de Psicología Experimental, donde estudiaba los procesos sensoriales y perceptivos, aunando la psicología y las ciencias naturales, analizando la cognición con bases en estructuras biológicas, haciendo especial énfasis en los principios químicos.
    • William James: En 1890 publica "Principios de Psicología", en el que dedica capítulos a procesos cognitivos como la atención, memoria, conciencia, sensación, percepción, cognición espacial, razonamiento, cognición motora y las emociones, entre otros. Los capítulos I, II, III y IV los dedica al cerebro como base de los procesos cognitivos. Su obsesión por convertir en ciencia a la Psicología lo llevó a lo que llamó empirismo radical. 
    • Hermann Ebbinghaus. En 1879 comienza sus estudios sobre la memoria mediante el método experimental. En 1885 publica su libro "Sobre la memoria", donde explica, entre otras cosas, la curva del olvido. En 1890, funda la revista "Psicología y Fisiología de los sentidos". En 1893, publica su teoría sobre la visión del color. Y en 1897 publica el Test de Terminación para evaluar la capacidad mental de los niños en la escuela.
    • Vladimir Bechterev. Neurólogo y psiquiatra, tras estar trabajando con Wundt, contribuyó al desarrollo de la Psicología en Rusia. En 1886, funda el primer laboratorio de Psicología Experimental en Rusia. En 1896, ayuda a fundar la Sociedad Rusa de Psicología Normal y Patológica. En 1907 crea el Instituto Psiconeurológico de San Petersburgo.
    • Alexander Luria. Neuropsicólogo. Discípulo de Vygotski, al que conoció en un congreso de neuropsicología en ¡1924!, y con el que puso las bases de la neuropsicología trabajando juntos desde 1926 en la Clínica de Enfermedades Nerviosas de Moscú. También considerado uno de los padres de la Neurociencia Cognitiva. Revolucionó la neuropsicología, sus conceptos, sus métodos de evaluación de la neurocognición, el conocimiento de las bases neurológicas de la cognición humana y sus déficits. Como afirma Alfredo Ardila, Luria fue el precursor del método de superposición de lesiones, revelando las áreas cerebrales críticas en relación con cada tipo particular de trastorno, describiendo ampliamente las correlaciones clínico-anatómicas. Igualmente escribió obras muy interesantes sobre lenguaje o las matemáticas. Sin duda, alguien genial. Hoy día sigue siendo un referente para cualquier neuropsicólogo.

Podría nombrar a muchos más de finales del SXIX, como a Gustav Fechner, o incluso anteriores como a su maestro Ernest Heinrich Weber, padre de la Psicología Experimental, o a Herbert Spencer, que en 1855 en su libro "Principios de Psicología" ya incitaba a utilizar los métodos empíricos de la Fisiología a la Psicología; pero puede resultar muy extenso. Como pueden ver, esto tiene muchísimos años de una más que sólida trayectoria. Son sólo unos datos a vuelapluma (no entro siquiera en la psicología del aprendizaje, por ejemplo). Sí que puede resultar novedoso para todo aquel que no conozca un poco de la trayectoria de la Psicología.

Pero es que además, algunos no quieren reconocer, o simplemente no lo saben, que la Psicología ha realizado grandes aportaciones al conocimiento del funcionamiento del cerebro. Por poner algunos ejemplos, y sin entrar en detalle, Donald Hebb, describió el aprendizaje neuronal (Ley de Hebb); Karl Lashley, fue el primero en estudiar la localización cerebral de los diferentes tipos de memoria, describió el principio de equipotencialidad y la teoría de acción en masa; Donald Lindsley, junto a Magoun y Moruzzi, descubrió la relación de la formación reticular con el nivel de activación (se considera injusto que no recibieran los tres el Nobel de Fisiología y Medicina. Fue Lindsley, con sus experimentos, el que le dió validez científica a la propuesta de la existencia del sistema de activación reticular ascendente propuesto por su amigo Magoun y el profesor visitante Moruzzi, idea producto de la serendipia); James Olds, descubrió el sistema de recompensa del cerebro (como afirman en la Academia Nacional de las Ciencias de los Estados Unidos, fue una injusticia enorme no darle el Nobel); Brenda Milner, y sus claves aportaciones al conocimiento de la memoria y a las evaluaciones neuropsicológicas antes y después de las neurocirugías; Edith Kaplan, y el modelo de Boston de evaluación por procesos de las capacidades cognitivas; Donald Stuss, y el conocimiento detallado de la especialización de las diferentes áreas frontales en diferentes funciones cognitivas; Roger Sperry, que ganó el Nobel por sus estudios sobre la especialización hemisférica; Michael Posner, que describió las vías atencionales; Steven Kosslyn, y sus descubrimientos sobre la cognición visual y la capacidad de rotar imágenes de objetos; o cómo olvidar las aportaciones del gran Michael Gazzaniga, uno de los más grandes neurocientíficos de todos los tiempos; o Ronald Melzack, quien revolucionó el estudio del dolor, y que figura en el Hall of Fame de la Medicina en Canadá; Trevor Robbins, que ganó el Brain Prize por sus estudios de la regulación de la monoaminas en el lóbulo frontal; Elkhonon Goldberg, discípulo de Alexander Luria, y sus aportaciones de funcionamiento cerebral, como la teoría general de la organización cortical funcional y teoría de novedad-rutinización, el gradiente cognitivo, la modularidad neocortical, además de sus aportaciones sobre el lóbulo frontal, especialización hemisférica, memoria y envejecimiento cognitivo; David Milner y Melvyn Goodale describieron la vía occipitoparietal de la visión hacia la acción (vía dorsal del dónde, base de la ataxia), y la vía occipitotemporal de la visión para el reconocimiento (vía ventral del qué, base de la agnosia);  Linda Buck, que obtuvo el Nobel por sus descubrimientos sobre los receptores olfativos; John O'Keefe, May-Britt Moser y Edvard Moser, ganaron el Nobel por sus descubrimientos sobre las células cerebrales que permiten posicionarnos en el espacio el GPS del cerebro); Jaak Panksepp, y sus aportaciones sobre las bases cerebrales de la emoción y la motivación, el hipotálamo, o los psicofármacos; y no podemos olvidar que grandes neurocientíficos se criaron y desarrollaron dentro de la Psicología como Joseph Ledoux, y sus aportaciones al conocimiento del cerebro emocional; o Stanislas Dehaene, que obtuvo el Brain Prize por sus descubrimientos sobre la base cerebral de las matemáticas. Son sólo algunos ejemplos, de las mil y una aportaciones que la Psicología ha realizado al conocimiento del cerebro. Pero es mejor ocultarlo interesadamente por parte de algunos diciendo que fueron neurocientíficos, omitiendo que son psicólogos.

Por cierto, cuando yo estudié Psicología (empecé hace 28 años), en el mismo aulario estaban los estudiantes de Pedagogía, y en su plan de estudios también estudiaban Psicobiología, que impartían los profesores de la Facultad de Psicología. Repito, hace 28 años estudiando las bases neurocognitivas del aprendizaje. Así que, de nuevo nada.

  • Para aprender hay que emocionarse.
Una afirmación así puede resultar un eslogan maravilloso, como ya decía antes. Es pegadizo, fácil de recordar, te lleva a pensar en positivo, a ser divertido con los alumnos, a centrarse en algo tan loable como la felicidad de los niños. Pero lo siento. La frase, por simple y pegadiza, resulta ser incorrecta. Es cierto que las emociones pueden jugar un papel muy importante en contextos concretos y con ciertos tipos de información en la consolidación de información en la memoria a largo plazo; pero emocionarse no es siempre una condición necesaria para aprender (¿se han emocionado aprendiéndose la última normativa educativa?, ¿y las instrucciones de la lavadora?). La intensidad (y su correspondiente aumento o descenso del arousal) y valencia (agradable o desagradable) también pueden resultar perjudiciales para el aprendizaje (no sólo las desagradables), pudiendo obstaculizar a la atención como un elemento de distracción, de divagación (mind wandering), de escasez o exceso de motivación (el exceso también es perjudicial), de sesgo cognitivo en la percepción e interpretación de la información, etc. Además, resulta que las emociones influyen principalmente a la memoria episódica, es decir, de hechos y situaciones vitales, y no influyen tanto en la memoria semántica, es decir, de contenidos y significados (que es la que se trabaja fundamentalmente en la escuela). Si realizan una actividad en la que intentan provocar emoción, los alumnos, muy probablemente, se acuerden más de las anécdotas y las situaciones que de los contenidos. A ello hay que añadir que existen evidencias de que el hipocampo es capaz de aprender sin necesidad de la intervención de las emociones, si no ¿por qué las personas con daño cerebral en la amígdala pueden seguir aprendiendo? (el llamado sistema cognitivo frío). Y no olvidemos que para aprender hacen falta muchos más ingredientes y no podemos reducirlo a las emociones.

<<[…] hay pocos estudios objetivos que empleen técnicas de mapeo cerebral para examinar la memoria semántica de materiales de aprendizaje en el contexto educativo. Además, las influencias derivadas de los factores emocionales en el aprendizaje y la memoria humana siguen sin estar claros en cuanto a si las emociones positivas facilitan el aprendizaje o si las emociones negativas lo perjudican, o viceversa. Por lo tanto, varias preguntas pendientes deben abordarse en estudios futuros, incluido (I) el impacto de la emoción en la codificación y recuperación del conocimiento semántico, (II) los cambios psicológicos y fisiológicos asociados con el aprendizaje y la memoria semántica, y (III) el desarrollo de métodos que incorporen aspectos emocionales y motivacionales que mejoren las praxis, los resultados y  los instrumentos educativos.>>

Tyng et al. (2017) The influences of emotion on learning and memory. 
Frontiers in Psychology, 8: 1454

¿Que la intención es invitar a provocar en el aula una emoción positiva moderada, la ilusión, la sorpresa, la curiosidad y la pasión por la enseñanza y el aprendizaje? Pues vale, es una intención magnífica; pero cuidado con las frases pegadizas y simplonas (y con los términos intuitivamente seductores, como el de inteligencia emocional). Las emociones humanas, como todo el mundo intuye, son una de las cuestiones más complejas que existen. Pregúntenle a cualquier psicólogo clínico o sanitario sobre su trabajo diario y el papel de las emociones. Además, para saber esto no hace falta ni la neurociencia ni la psicología. Los maestros lo saben mejor que nadie y no les hace falta que se lo expliquen. Es una obviedad y una idea antiquísima.

<<Todo aprendizaje ha de partir de la emoción>> Platón.

  • No puede aplicarse, a día de hoy, directamente en las aulas.

Rotundamente falso. No sólo es aplicable sino que lleva haciéndose desde siempre. Si es cierto que podría aplicarse más en profundidad y mejor, así como, en ciertos aspectos, por los profesionales adecuados. Sólo piensen en cómo podría aplicarse la neuropsicología en la evaluación de las dificultades de aprendizaje, como explico en un vídeo de una entrada anterior. 

Si que son aplicables los conocimientos de la neurociencia en la educación; pero lo que es aplicable es, básicamente, la neurociencia cognitiva, es decir, fundamentalmente psicología de toda la vida (cognitiva y neuropsicología). O es que no trabajamos aspectos como la atención, lenguaje, funciones ejecutivas,...

  • Ha de crearse la figura del neuroeducador.
Esto ya es opinable. Es un término que tampoco es nuevo, del que se hace referencia hace ya muchos años en un artículo de principios de los ochenta (a lo mejor hay anteriores, pero no los conozco). Y en mi opinión creo que si apenas tiene el sistema educativo los suficientes maestros especialistas en PT y AL (no entro en la figura del Logopeda, porque daría para mucho), o el híbrido desfigurado del orientador (psicólogos y pedagogos deberíamos hacer cada uno nuestras funciones, y no el batiburrillo que tenemos), por no hablar de fisios, PTSC, trabajadores sociales,...; como para meter otra figura más. Por no mencionar de que ya correrían para montar una nueva carrera (los Máster ya los han montado algunos), un colegio profesional, homologaciones profesionales,... Quita, quita ¡Pues no están diciendo na! Para qué duplicar más profesiones y funciones que ya se hacen, más carreras, más titulados frustrados por no poder trabajar, más agrandar la estructura universitaria sin previsión ninguna de las demandas sociales (recuerden el descenso brutal de la natalidad y que, de aquí a pocos años, van a sufrir un descenso de alumnado enorme). Ya existe una figura profesional en el entorno escolar con más que suficientes conocimientos en neurociencia cognitiva.

Quiénes son los referentes en el estudio de la neurociencia aplicada a la educación

Si uno quiere aprender sobre neurociencia aplicada a la educación, como en cualquier otro campo profesional, ha de recurrir a las autoridades de dicho campo. A aquellos que llevan toda una vida investigando en primera persona, publicando artículos en revistas científicas de prestigio (no vale montarme una revista y empezar a engordar mi currículum), y que esos artículos sean verdaderamente del campo de estudio del que quiero aprender. Que hayan escrito libros técnicos que han supuesto una aportación relevante en el campo, o que reflejen todo lo que se sabe hasta ese momento en la temática. También pueden ser referentes del campo profesional aplicado, que estén trabajando, en este caso en el ámbito educativo, y que hayan hecho también aportaciones interesantes que lleven a la práctica profesional las ideas y descubrimientos de los grandes investigadores de dicho ámbito. Si uno quiere saber profundamente sobre algo, no recurre a los bestsellers de moda, escritos curiosamente por personas que no son profesionales ni investigadores en dicho campo. Tampoco hay que olvidar que son libros divulgativos, dirigidos a la población general, no a los profesionales. Sus contenidos son extremadamente básicos, casi simplones en algunos tramos, incluso con errores de bulto, e insisto, no son los autores referentes en la materia, ni mucho menos. Si eres profesional no es precisamente en esos autores, en esos libros y en esas charlas donde debes formarte.

Hagamos un breve repaso (una vez más incompleto), y veamos por temáticas quiénes son, y a qué se dedican, los investigadores referentes en la neurociencia aplicada a la educación:

Matemáticas

Sin entrar en las aportaciones más antiguas y pioneras en el campo como Edward Thorndike, o algo más recientes, como Jerome Bruner, Stanley Stevens, Zoltan Dienes o Richard Skemp, ni en las influencias que han tenido en ellos los clásicos como Vygotski o Piaget, o las aportaciones de Alexander Luria sobre las bases neurocognitivas de las matemáticas, los grandes referentes que han estudiado las bases neurocognitivas de las matemáticas son Michael McCloskey, David Geary, Rochel Gelman, Brian Butterworth, Arthur Baroody, Jo-Anne LeFevre, Randy Gallistel, Alfonso Caramazza, Gerard Vergnaud, Michelle Mazzocco, Janellen Huttenlocher, Prentice Starkey, Elisabeth Spelke, Rafael Núñez, John Anderson, Karen Wynn, Jamie Campbell, Manuela Piazza, Jack Fletcher, Lynn Fuchs, Ann Dowker, Steven Feifer, Camila Gillmore, Justin Halberda, Mark Ashcraft, Barbara Sarnecka, Susan Gelman, Lisa Feigeson, Robert Reeve, Laurent Cohen, Daniel Ansari, Elisabeth Warrington, Robert Siegler, Yulia Kovas, David Púrpura, Xavier Serón, Patrick Lemaire, Kevin Miller, Soohyum Cho, Jo Van Herwegen, Denes Szucs, Keith Weber, Thomas Carpenter, George Lakoff y Stanislas Dehaene. Todos, excepto los tres últimos, son psicólogos (psicólogos cognitivos y neuropsicólogos). Dehaene, es matemático; pero doctor en Psicología Cognitiva por la Universidad de Oregón, en el grupo que está bajo la dirección de Posner, ese que os he dicho que era uno de los padres de la Neurociencia Cognitiva. Además, aclarar que, el propio Dehaene, afirma que él se dedica a las ciencias cognitivas, no a la neuroeducación. Sus libros destilan psicología cognitiva desde la primera página hasta la última. Lakoff es lingüista cognitivo. También habría que añadir a matemáticos como Walter Zimmerman o Steve Cunninghan. 

Los modelos neurocognitivos imperantes, como el Modelo de McCloskey, o el Modelo del Triple Código de Dehaene; y conceptos como numerosity, number sense, subitizing, core domains, math facts,..., han sido desarrollados y ampliamente estudiados en psicología cognitiva y neuropsicología, no en la supuesta neuroeducación.

Lectura y escritura:

Tanto el modelo computacional de doble ruta, del psicólogo Max Coltheart, de finales de los años 70, como el modelo conexionista del triángulo, de los psicólogos Mark Seidenberg y James McClelland, de más reciente creación (finales de los ochenta), son los dos modelos imperantes en el estudio neurocognitivo de la lectoescritura, con sus correspondientes correlatos neuronales (vía dorsal y ventral). Recordar que eso de la vía dorsal, del dónde; y la vía ventral, del qué, lo propusieron los psicólogos Milner y Goddale, como ya he mencionado, sin olvidar las aportaciones previas del psicólogo Mortimer Mishkin sobre estas dos vías neurocognitivas. A estos dos modelos, hay que unir la Concepción Simple de la Lectura, de los psicólogos Philip Gough y William Tunmer, como referente para el entendimiento del aprendizaje de la lectura; el Modelo de Doble Cuerda, de la psicóloga Hollis Scarborough; el Modelo de Mediación Directa e Indirecta de la Compresión Lectora, de los psicólogos Roger Azevedo y Jennifer Cromley; o el Modelo Activo de la Lectura, de la profesora de Psicología Educativa Nell Duke y la psicóloga Kelly Cartwright. Además de éste, otros modelos de comprensión lectora han sido desarrollados por los psicólogos Walter Kintch, Morton Ann Gernsbacher, Arthur Graesser, Murray Singer, Thomas Trabasso, Rolf Zwaan, Mark Langston, Arthur Graesser, Edward O'Brien, Jerome Myers, Paul Van den Broek, Jane Oakhill, Michael Young, Yuh-Tzuen Tzeng, Tracy Linderholm, Wesley Hoover, Charles Perfetti, Joseph Stafura, Panayota Kendeou, Jamine Kim y Reese Butterfuss. Otros investigadores destacados en el campo de la lectoescritura son el psicólogo Keith Reiner, y sus estudios con eye-tracking, o los psicólogos David Rumelhart, Andrew Ellis, Andy Young, Tim Miles, G. Reíd Lyon, Jack Fletcher o Margaret Snowling, Linnea Ehri, entre otros. También hay que mencionar aquí a Dehaene. En España destaca el psicólogo Fernando Cuetos, del que recomiendo sus libros "Neurociencia del Lenguaje", "Psicología del Lenguaje"; "Psicología de la Lectura" o "Psicología de la Escritura", que son una maravilla. La investigación sobre los procesos neurocognitivos de la lectoescritura vienen también de la psicología cognitiva y la neuropsicología, no de la supuesta neuroeducación. Desde la neurología destaca la figura de Albert Galaburda y sus importantes contribuciones al conocimiento de la dislexia.

Funciones cognitivas:

La Psicología es la ciencia que estudia la conducta y los procesos mentales (cognición). El estudio de las funciones cognitivas ha sido el objeto central de la psicología experimental, la psicología cognitiva y la neuropsicología desde hace muchísimas décadas. La psicología, desde finales del siglo XIX, ha sido la ciencia que ha dedicado los mayores esfuerzos por conocer cómo funciona nuestra cognición desde el punto de vista experimental. Así, haciendo un repaso breve de los principales investigadores de las diferentes funciones cognitivas, tenemos (una vez más incompleto): funciones ejecutivas (Muriel Lezak, creadora del concepto, Timothy Schallice, Elkhonon Goldberg, Alan Baddeley, Akira Miyake, Leonard Koziol, y en España Javier Tirapu), memoria de trabajo (George Miller, Alan Baddeley, Graham Hitch, Nelson Cowan, Richard Schiffrin, Richard Atkinson, Klaus Oberauer, Michael Petrides, Brad Postle, Edward Smith, John Jonides, Brian McElree, Richard Allen, Susan Courtney, Akira Miyake, Kandi Turley-Ames, Randall Engle, Robert Logie, John Sweller, Tracy Alloway o Susan Gathercole. Dentro de los no psicólogos destaca el neurólogo y profesor de psicología Mark D’Esposito; el psiquiatra español Joaquín Fuster; el neurólogo Garret Alexander; o la neuróloga y doctora en psicología Patricia Goldman-Rakic); atención (Donald Broadbent, Mike Posner, a quien debemos el conocimiento de las redes neuronales de la atención, Steven Hillyard, Michael Gazzaniga, George Mangun, Raymond Klane, Steve Luck, Allan Myrsky, McKey Scholberg, Catherine Mateer, Glynda Kinsella, Earl Miller, Richard Schiffrin, Randall Engle, Addie Johnson, Alan Kingstone, Robert Proctor, Leonard Koziol, Marisa Carrasco, Bruce Milliken, Steven Tipper,... En España pueden estudiar a Pio Tudela, Juan Lupiáñez, Charo Rueda o Luís Fuentes del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de Granada, el último de ellos ahora en la Universidad de Murcia. Bueno a Pio Tudela lo pueden estudiar en cualquier función cognitiva. También destaca Salvador Soto de la Pompeu Fabra. Fuera de la psicología tienen a Marsel Mesulam o Maurizio Corbetta); memoria (Hermann Ebbinghaus, Karl Lashley, Frederic Barlett, Elisabeth Loftus, Ulrich Neisser, George Miller, Brenda Millner, Richard Schiffrin, Richard Atkinson, Timothy Shallice, Elisabeth Wharrington, Larry Squire, Endel Tulving, Donald Norman, Daniel Schachter, Gordon Howard, Randall Engle, Morris Moskovitch, David Gaffan, Mortimer Mishkin, Howard Eichenbaum, John Meacham, Neal Cohen, David Olton, Lynn Nadel, Jake Jacobs, Jerry Rudy, Janet Metcalfe,...). Es aquí donde no hay que obviar, ni escatimar en reconocimientos, las aportaciones decisivas de destacados investigadores de áreas como la neurología o la psiquiatría; pero también hay que afirmar con la misma rotundidad las aportaciones decisivas de grandes figuras de la psicología, como demuestra este listado. Conceptos hoy tan familiares como memoria a largo plazo, a corto plazo, sensorial, operativa o de trabajo, implícita y explícita, procedimental, chunking, declarativa, semántica, episódica, prospectiva,..., han sido creados y desarrollados científicamente por psicólogos en su totalidad. Igualmente, algunos de los autores mencionados, han realizado aportaciones decisivas en el conocimiento de las bases cerebrales de la memoria.

Aprendizaje: si me pongo aquí a enumerar todos los autores acerca de la psicología del aprendizaje me tiraría hasta jubilarme, desde los clásicos (Piaget, Vygotski, Bruner, Ausubel, Bandura, Skinner, Watson, Pavlov, Thorndike, Hull,...), hasta los más actuales (o más relacionados con el ámbito educativo como Richard Mayer, Daniel Willinghan o John Sweller, por poner unos pocos ejemplos).

Emoción: No es necesario explicar que uno de los temas centrales de la psicología es la emoción (y la motivación), tanto desde el punto de vista psicológico como biológico. Sería también interminable poner autores de referencia; pero pongo algunos: James, Lange, Ekman, Izard, Plutchick, Lazarus, Singer, Sachter, Barrett, Cosmides, Bechara, Klüver, Zajonc, Gross, Lang, Bower, Teasdale, Panksepp, Borod, LeDoux, LaBar, Phelps, Blanchard, Öhman, Mineka,... Fuera de la Psicología también hay autores muy destacados como Walter Cannon, Philip Bard, James Papez, Antonio Damasio, Larry Cahill, Jim McGaugh..., que han hecho aportaciones fundamentales sobre las bases biológicas de la emoción. Hoy día es evidente el desarrollo de la neurociencia afectiva, donde se trabaja de forma interdisciplinaria con especialistas de muy diversos campos. Por cierto, el término neurociencia afectiva se le atribuye al psicólogo Jaak Panksepp, que ya he nombrado antes.

Bilingüismo: En España, tenemos la suerte de contar con dos de los mejores centros de investigación del mundo en el estudio del cerebro bilingüe. En concreto, el Center for Brain and Cognition, en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, que estaba dirigido hasta su muerte prematura por un gran psicólogo, Albert Costa; y el Basque Center on Cognition, Brain and Lenguage en San Sebastián, dirigido por el gran psicólogo Manuel Carreiras. Son centros multidisciplinares cuyo nexo y pilar básico es la psicología cognitiva. También se puede destacar la lingúista y doctora en Psicología Patricia Kuhl, de la Universidad de Washington, en Seattle. Evidentemente hay más; pero estos son a los que he leído. Os recomiendo el libro "El cerebro bilingüe" de Albert Costa.

En fin, podría seguir con otras funciones cognitivas como las praxias, gnosias, cognición espacial, cognición social, conciencia,..., u otros temas como la motivación; pero sería interminable enumerar a los principales investigadores que, como ven, lo acapara la Psicología, no la supuesta neuroeducación.

Como también podrá concluir, se necesita toda una vida de dedicación al estudio para saber un poco, como para que salgan expertos como setas de la noche a la mañana.

La oferta formativa en Neuroeducación

Dejándose llevar por la corriente de la nueva moda, no pueden faltar los autocatalogados de expertos en neuroeducación, titulados por la universidad del "porque yo lo valgo", así como la proliferación de programas formativos sobre esta nueva fiebre del oro. Todos salen corriendo a sacar cursos de especialización, e incluso, Másters univeristarios. Si uno analiza estos cursos, no va a ver entre sus contenidos cuestiones como neuroanatomía, funciones cognitivas, aprendizaje,... Vamos, neurociencia cognitiva de verdad. Por supuesto, afortunadamente, hay excepciones, y algunos programas están mejor enfocados, aunque si los comparan con los programas de posgrado de las facultades de psicología y educación son exactamente iguales. Como gotas de agua ¿Para qué duplican titulaciones ya existentes y encima impartidas por personas que no son verdaderos expertos? 

Es realmente triste ver en algunos programas cosas tan pintorescas como las siguientes:

  • Inteligencias Múltiples.
  • Coaching.
  • Psicología positiva.
  • Liderazgo
  • Reflejos primitivos.
  • Lateralizad cruzada y dificultades de aprendizaje.
  • Tiempos de atención y duración de las clases.
  • Mimdfulness.
  • Inteligencia emocional (por supuesto, no estudiarán los autores que les he indicado antes, sino a Goleman que, como han podido ver, ni lo he nombrado, ya que no lo considero un referente científico en el campo).

Simple y llanamente lamentable. Y lo peor. Hay psicólogos que promueven estas cosas, o que se prestan a dar clase en semejantes aberraciones para decir que dan clase en un Máster o en la universidad. Se supone que la universidad debe velar por la rigurosidad en su formación.


Conclusiones

¡Sí!, es conveniente que el mundo educativo se acerque al conocimiento de las bases cerebrales de la cognición humana, saber cómo aprendemos, cuáles son las dificultades cognitivas que hay detrás de los problemas de aprendizaje, y cuáles son las metodologías más adecuadas para evaluar dichas dificultades (bajo mi punto de vista las que aporta la neuropsicología), así como qué metodologías son las más adecuadas para enseñar (quizá esto le corresponde más a la Pedagogía; pero basándose en los conocimientos de la Psicología). Sería antinatural pretender enseñar sin conocer las bases neurocognitivas del aprendizaje, como pretender enseñar cómo cuidar nuestra salud sin tener en cuenta el conocimiento de nuestro cuerpo. Pero lo que no entiendo es que digan que esto es nuevo y que hay una nueva área de conocimiento, cuando no es así. O que digan que hay que aplicar esos conocimientos en los centros educativos cuando, con mejor o peor fortuna, o con importantes lagunas por tener a la psicología como un florero en muchos aspectos, se han ido aplicando desde siempre.

Esto, para muchos que leen o escuchan a estos influencers pueden resultar abrumadoramente innovadoras, modernas, cool, fashion, o llámenlo como quieran. Pero para los que llevamos ya unos cuantos años estudiándolas, nos deja perplejos como cosas tan básicas y que se llevan estudiando muchísimo más tiempo del que dicen, calan tanto en la población general y, muy especialmente, entre algunos profesionales educativos.

Tirando de ironía, esto es como el Profesor Lumbreras que salía en los teleñecos de Barrio Sésamo. Un investigador que no salía de su laboratorio y no conocía lo que pasaba fuera. Inventaba cosas ya inventadas, como el paraguas, las botas de agua, los calcetines, el piano,... Cuando la rana Gustavo, el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo, iba a entrevistarlo para presentar su último invento con su grito ¡Prepárate humanidad!, tras desvelarlo, éste le decía que eso ya existía, llevándose una gran decepción. Pues bien, cuando llegan con la presentación de un nuevo invento (producto comercial), como la Neuroeducación, diciendo que hace cosas nuevas que no se hacían antes, resulta que viene una rana Gustavo de turno, les dice que de eso nada, que eso ya existía desde hace un montón de años, y que se llama Psicología o Neurociencia Cognitiva de toda la vida.



Con todo lo expuesto aquí, no quiero decir que todo sea mérito de la Psicología. Sería un estúpido si lo dijera. Pero igualmente lo es no reconocer que, la Psicología, no es que esté incluida en las ciencias cognitivas o en la neurociencia cognitiva, sino que surgieron de ella, y desde entonces ha sido la base fundamental de ambas. No sólo eso, sino que dentro del campo educativo, lo verdaderamente aplicable de las neurociencias es la neurociencia cognitiva, y dentro de ellas destaca sobre todas la psicología cognitiva y la neuropsicología (sin olvidar, por supuesto, la psicología educativa, y la psicología del desarrollo). El resto de ámbitos de la neurociencia, siendo fundamentales en el conocimiento de cómo funciona nuestro cerebro cuando aprende, no son útiles para su aplicación directa en los centros educativos, salvo en los casos de los trastornos del neurodesarrollo, y en aspectos muy concretos y limitados. 

No es lo mismo la neurociencia cognitiva aplicada a la educación, que lleva muchas décadas de recorrido, que eso a lo que llaman neuroeducación, que es un producto de mercado. Todos los expertos que salen a la palestra con la excusa de la neuroeducación no son psicólogos (qué casualidad); pero de lo que hablan es de psicología de toda la vida (no van a hablar en auditorios llenos o a conseguir bestsellers hablando de genes, neurotransmisores, etc; sino de pseudopsicología, alegría, curiosidad, sorpresa, y toda una retahíla de cosas abstractas edulcoradas de MrWonderful, más propias de libro de autoayuda, mezcladas con alguna imagen cerebral y términos neuro para darles empaque. En algunos sitios hacen al público levantarse, bailar, cantar). Aunque algunos de ellos es posible que ni lo sepan porque no saben qué es y a qué se ha dedicado la Psicología durante toda su existencia, creyendo que es un mundo novedoso. Pero claro, es novedoso para ellos y para todo aquel que no sabe qué es la Psicología.

Las neurociencias son un área multidisciplinar, en el que entran en juego numerosos campos y profesionales diferentes; pero cada uno debe ser consciente de cuál es su terreno de especialización, sus límites de conocimiento, y cuando entra en un campo que no es el suyo, debiendo ser humilde, no vaya a ser que diga algún disparate (como afirmar y expandir, en un libro que pretende combatir los neuromitos, otro neuromito como el de los tiempos atencionales y la duración de las clases), y escuchar, leer y aprender de los verdaderos expertos (los que he dicho arriba), respetar su espacio, no cambiarles el nombre a las cosas que ya existen para sacar rédito, ni tratar de dedicarse al ámbito educativo al que nunca han pertenecido y en el que son unos extraños, tratando de dar lecciones a los verdaderos expertos en educación: los docentes. Mucho menos aquellos que, para darse cobertura, se dedican a menospreciar a la fuente de las cosas que cuentan, la Psicología, llegando a afirmar que hasta la llegada de la neurociencia (o peor aún, la neuroeducación) no había sido rigurosa desde el punto de vista científico. Sólo realizar una afirmación de tal calibre refleja una gran ignorancia sobre el tema al que supuestamente se dedican a dar charlas y vender libros. Pero se autoproclaman expertos, lo cual es el colmo.

Termino con una reflexión que no es mía:

<<El conocimiento, todo el conocimiento, siempre es bueno y ha de ser bienvenido; pero la vanidad siempre es mala, especialmente cuando se alimenta invadiendo terrenos profesionales que no son el propio. [...]. Acerquémonos al mundo de la educación con humildad, no sólo con la intención de ayudar, sino también de aprender, porque muchas veces nuestros estudios de laboratorio parten de la constatación de lo que ya funciona en la práctica y son otros, y no precisamente los neurocientíficos, quienes lo han descubierto>> 

Ignacio Morgado Bernal. Catedrático de Psicobiología. En "La neuroeducación, ¿un nuevo mito educativo?". Investigación y Ciencia. 23 de mayo de 2017 [+]


  • Share:

You Might Also Like

0 comments